Gabriel Monasterios
Miembro activoEran las elecciones de 1997, el país estaba atravesando su mejor momento institucional y democráticaticamente hablando, los resultados arrojarían un escenario que para nuestra generación, criada en el dominio del MAS, sería algo impensable. Tres de los candidatos más votados en la contienda eran cruceños: Hugo Banzer Suárez, Juan Carlos Durán e Ivo Kuljis. El primero se consagraría como presidente electo.
Desde el año 1985 hasta el año 2003, los cruceños tuvimos políticos con perspectivas nacionales, tales como: Hormando Vaca Díez, Susana Seleme, José Guillermo Justiniano, entre otros, quienes demostraron una calidad y capacidad intelectual muy superior a la de nuestros líderes políticos actuales. Pero con la irrupción de los movimientos sociales a principios de los 2000, que derivaría en el ascenso del MAS al poder en 2005, los cruceños no pudimos armar un proyecto político con una perspectiva nacional sólida y fuerte. Nuestro plano de acción se limitó a lo cívico y a lo productivo, mientras que la política nacional sigue siendo manejada desde las alturas.
Para cambiar esta situación, se tiene que romper el yugo que tienen muchos cruceños, para poder construir así, un movimiento político de alcance nacional, que nos permita ganar en las ligas mayores la autonomía o federalismo, que tanto anhelamos.
Se tiene que dejar de rechazar a Bolivia para liderarla, ya que si se quiere tomar el poder, no se puede seguir enfrascados en un discurso identitario que siempre trata de trazar una raya con el resto del país, ya que justamente es ese discurso el que genera rechazo en el resto del país, y en personas de los demás departamentos que sí ven en Santa Cruz una esperanza para una Bolivia de cambio. Sin mencionar que bolivianos de todas partes han formado un hogar aquí.
Santa Cruz ya no es la aldea de 10.000 almas que era a principios del siglo XX. Hoy por hoy, es una ciudad cosmopolita donde la bolivianidad se redefine. En efecto, Santa Cruz es la nueva Bolivia.
Debemos socializar nuestras propuestas descentralizadoras con otros departamentos que sufren por el atropello del centralismo, como Potosí, Oruro, Pando, y hasta el mismo departamento de La Paz, que, paradójicamente, vive una realidad paralela en comparación con su capital.
Fomentar las escuelas de pensamiento político y de ideas, y no rechazarlas, porque si seguimos con la mentalidad netamente productiva, la política nos la van a hacer otros, y los cruceños vamos a volver a caer en ese círculo vicioso de lamentarse cuando la historia, la economía y la demografía juegan a nuestro favor. Solo así, Santa Cruz pasará de ser el centro económico del país a imponerse también como el centro cultural y político del país.
Para que el centralismo deje de manipular al país a su imagen y semejanza, los cruceños tenemos que cumplir el rol que la historia nos otorgó. Y sobre todo, crear un proyecto a largo plazo definitivo, para acabar con esa visión de país que tanto daño hizo en nuestra historia.
Ahora, en cuanto a las preguntas finales, creo que ambos enfoques tienen valor propio, sin embargo, la clave está en equilibrar un discurso que sea inclusivo y constructivo, sin perder la identidad y los intereses legítimos de Santa Cruz. ¿Qué se debe hacer para poder alcanzar los objetivos en el plano nacional? ¿Cómo crees que los cruceños deberían acercarse al resto del país sin renunciar a sus aspiraciones?