Isabella Gil
Miembro Activo
Conseguir el primer empleo siempre ha sido un reto, pero en Santa Cruz parece convertirse en una verdadera carrera de obstáculos. Cada año miles de jóvenes terminan el colegio, la universidad o cursos técnicos con la ilusión de empezar a trabajar, pero se encuentran con una barrera difícil de atravesar, la falta de experiencia y las limitadas oportunidades de ingreso al mercado laboral.
En medio de esa realidad surge una pregunta: ¿qué es lo que realmente abre las puertas a los jóvenes? ¿El esfuerzo personal y los méritos, o la red de contactos familiares y sociales?
Las estadísticas y la experiencia cotidiana muestran que la mayoría de las ofertas laborales piden “mínimo dos años de experiencia”. El problema es evidente: ¿cómo se obtiene experiencia si nadie da la primera oportunidad? Esta contradicción empuja a muchos jóvenes a aceptar pasantías sin pago, contratos temporales o empleos con salarios que no alcanzan para cubrir lo básico.
Por otro lado, existe una brecha entre lo que enseñan los colegios y lo que demanda el mercado laboral. Lo aprendido en la universidad o en cursos técnicos muchas veces no coincide con las habilidades que realmente buscan las empresas.
En este escenario, la percepción más extendida es que “tener un conocido” dentro de una empresa puede pesar más que cualquier título o esfuerzo académico. Y aunque esto abre puertas para algunos, para muchos otros genera frustración, y la sensación de que el mérito no siempre es reconocido.
Si los jóvenes sienten que el sistema no premia la capacidad ni el esfuerzo, la consecuencia será un mercado laboral cada vez más desmotivador.
¿Qué pesa más hoy en Santa Cruz para conseguir el primer trabajo: el mérito propio o los contactos personales?
Isabella Gil
Miembro activo