Gerardo Flores
Miembro Activo
Este tema ha sido objeto de debate desde hace décadas, cuando el cine de ciencia ficción popularizó la idea de un futuro en el que las máquinas superarían a los humanos, rebelándose contra sus creadores y llevando a la humanidad a un escenario apocalíptico de sometimiento.
En tiempos recientes, la discusión ha pasado del terreno de la ficción a la realidad productiva. Robots y sistemas automatizados ya han reemplazado miles de empleos, sobre todo en la industria y los servicios. Sin embargo, al mismo tiempo, han surgido nuevas profesiones vinculadas al desarrollo de tecnologías emergentes, especialmente la inteligencia artificial (IA).
Aquí aparece una afirmación que invita a reflexionar: si la IA hubiese sido inventada en tiempos de Galileo, habría concluido que la Tierra es el centro del universo. ¿Por qué? Porque sus respuestas se basan en la información existente, en el consenso del momento, sin cuestionarlo. La IA reproduce patrones de conocimiento ya establecidos, pero carece de la capacidad de imaginar alternativas radicalmente nuevas. Esta cualidad, la de replantear lo sabido y generar hipótesis inéditas, sigue siendo una exclusividad humana.
Por otro lado, es innegable que las máquinas han demostrado superioridad en múltiples tareas. Robots industriales superan en velocidad, precisión y resistencia a los trabajadores humanos. Las IAs modernas procesan cantidades inmensas de datos en segundos, sostienen conversaciones en tiempo real y, como en el caso de ChatGPT, incluso interpretan y anticipan intenciones en el diálogo. Su evolución en apenas unos años ha sido vertiginosa, lo que alimenta la especulación de que en un futuro no tan lejano podrían incluso desarrollar una conciencia propia.
Sin embargo, el ser humano mantiene una ventaja crucial: la capacidad de pensar de manera crítica y creativa para generar ideas completamente nuevas. Mientras que la IA solo combina información preexistente, el pensamiento humano puede romper con los esquemas previos y proponer soluciones inéditas. Así surgieron inventos como la imprenta, la electricidad o Internet: no de repetir patrones del pasado, sino de cuestionar lo establecido y construir algo que nunca había existido antes. Esa habilidad para formular preguntas disruptivas y transformar la manera de ver el mundo sigue siendo, por ahora, patrimonio exclusivo de la mente humana.
La pregunta, entonces, sigue abierta: ¿pensar es solo procesar información de forma rápida y precisa, o es también la capacidad de imaginar y crear lo que todavía no existe? Mientras la IA avanza a pasos agigantados, la humanidad sigue siendo el único ente capaz de desafiar la certeza del presente para construir futuros inéditos.
Gerardo Flores
Miembro activo