Cristian Guzman
Director de Comunicación
El mes de junio es reconocido como el Mes del Orgullo, debido a un suceso ocurrido el 28 de junio de 1969 en un bar de Nueva York, Estados Unidos. A partir de entonces, esta conmemoración se ha expandido por todo el mundo.
Hace una semana, un paso de cebra en el centro de la ciudad fue pintado con los colores de la bandera LGBT para conmemorar dicho mes, iniciativa impulsada por un grupo perteneciente a un colectivo. Sin embargo, esto no duró mucho: un grupo de vecinos repintó el paso peatonal de blanco, acompañado del mensaje “Santa Cruz se respeta”. Luego, la figura mediática María Galindo intervino con otro grafiti que decía: “Santa Cruz, capital marica de Bolivia”. Tras un vaivén de intervenciones por parte de ambos grupos, el paso de cebra quedó deteriorado.
Ambos bandos se acusaron mutuamente. Mientras el colectivo LGBT denunció actos de homofobia y crímenes de odio, argumentando discriminación por su orientación sexual, los vecinos acusaron al colectivo de imponer una agenda que, según ellos, atentaba contra los valores y podía influir negativamente en sus hijos.
Un año atrás ocurrió un hecho similar, cuando un grupo de personas ingresó a un museo para destruir las “obras de arte” que se exhiben con motivo del Mes del Orgullo, alegando que un museo histórico no era lugar para ese tipo de expresiones.
Entre los argumentos en contra del pintado se sustenta en que los espacios públicos deben ser neutrales debido a que es de todos los ciudadanos, sin distinción de ideología, religión o identidad. Utilizar símbolos puede percibirse como una toma de posición de cualquier nivel del Estado, comprometiendo la neutralidad que se espera de lo público.
Por otro lado, el pintado o exhibición de esto visibiliza a un sector apartada de la sociedad.
A todo esto nos viene algunas interrogantes: ¿Es Santa Cruz una ciudad conservadora que rechaza una comunidad?
¿La educación sobre diversidad e inclusión es necesaria para prevenir este tipo de enfrentamientos?
¿Cuál es el límite entre la libertad de expresión y el respeto por las creencias de los demás?
Cristian Guzman
Director de Comunicación
El mes de junio es reconocido como el Mes del Orgullo, debido a un suceso ocurrido el 28 de junio de 1969 en un bar de Nueva York, Estados Unidos. A partir de entonces, esta conmemoración se ha expandido por todo el mundo.
Hace una semana, un paso de cebra en el centro de la ciudad fue pintado con los colores de la bandera LGBT para conmemorar dicho mes, iniciativa impulsada por un grupo perteneciente a un colectivo. Sin embargo, esto no duró mucho: un grupo de vecinos repintó el paso peatonal de blanco, acompañado del mensaje “Santa Cruz se respeta”. Luego, la figura mediática María Galindo intervino con otro grafiti que decía: “Santa Cruz, capital marica de Bolivia”. Tras un vaivén de intervenciones por parte de ambos grupos, el paso de cebra quedó deteriorado.
Ambos bandos se acusaron mutuamente. Mientras el colectivo LGBT denunció actos de homofobia y crímenes de odio, argumentando discriminación por su orientación sexual, los vecinos acusaron al colectivo de imponer una agenda que, según ellos, atentaba contra los valores y podía influir negativamente en sus hijos.
Un año atrás ocurrió un hecho similar, cuando un grupo de personas ingresó a un museo para destruir las “obras de arte” que se exhiben con motivo del Mes del Orgullo, alegando que un museo histórico no era lugar para ese tipo de expresiones.
Entre los argumentos en contra del pintado se sustenta en que los espacios públicos deben ser neutrales debido a que es de todos los ciudadanos, sin distinción de ideología, religión o identidad. Utilizar símbolos puede percibirse como una toma de posición de cualquier nivel del Estado, comprometiendo la neutralidad que se espera de lo público.
Por otro lado, el pintado o exhibición de esto visibiliza a un sector apartada de la sociedad.
A todo esto nos viene algunas interrogantes: ¿Es Santa Cruz una ciudad conservadora que rechaza una comunidad?
¿La educación sobre diversidad e inclusión es necesaria para prevenir este tipo de enfrentamientos?
¿Cuál es el límite entre la libertad de expresión y el respeto por las creencias de los demás?